Estar enamorados, amigos, es descubrir donde se junta cuerpo y alma.
Es recobrar la llave oculta que abre la cárcel en que el alma está cautiva.
Es levantarse de la tierra con una fuerza que reclama desde arriba.
Es sorprender en unas manos ese calor de la perfecta compañía.
Es gobernar la luz del fuego y al mismo tiempo ser esclavo de la llama.
Estar enamorados, amigos, es encontrar el nombre justo de la vida.
Es advertir en los ojos una mirada verdadera que nos mira.
Es percibir en el desierto la cristalina voz de un río que nos llama.
Es ocupar un territorio donde conviven los perfumes y las armas.
Es confundir el sentimiento con una hoguera que del pecho se levanta.
Estar enamorados, amigos, es adueñarse de las noches y los días.
Es ver la estrella de la tarde por la ventana de una casa campesina.
Es comprender perfectamente que no hay fronteras entre el sueño y la vigilia.
Es ignorar en qué consiste la diferencia entre la pena y la alegría.
Es asombrarse y alegrarse de que la luna todavía sea luna.
Estar enamorados, amigos, es compartir la luz del mundo y al mismo tiempo compartir su noche oscura.
Es divisar entre las tinieblas del corazón una pequeña lucecita.
Es estar seguro de tener las manos puras.
Es dejar desnudar el alma, con su profunda inmensidad por compañía.
Y es además, amigos míos, empezar a decir siempre, y en adelante,
no volver a decir nunca.
©SiempreViva / 12-10- 2011
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