jueves, 7 de junio de 2012

EL RÍO PERDIDO (Mi preferido)


Cuando yo tenía ocho años, encontré el Río Perdido. Nadie sabía dónde estaba, nadie en mi condado podía decirme cómo llegar, pero todos hablaban de él. 
Cuando llegué por primera vez al Río Perdido, me di cuenta rápidamente que estaba allí. Uno se da cuenta cuando llega. ¡Era el lugar más hermoso que jamás vi, había árboles que caían sobre el río y algunos peces enormes navegando en las aguas transparentes! Así que me saqué la ropa y me tiré al río y nadé entre los peces y sentí el brillo del sol en el agua, y sentí que estaba en el paraíso. 
Después de pasar toda la tarde ahí, me fui marcando el camino hasta llegar a mi casa y allí le dije a mi padre:
- Papá, encontré el Río Perdido.
Mi papá me miro y rápidamente se dio cuenta de que no le mentía. Entonces me acarició la cabeza y me dijo:
- Yo tenía más o menos tu edad cuando lo vi por primera vez. Nunca pude volver.
Y yo le dije:
- No, no… Pero yo marqué el camino, dejé huellas y corté ramas, así que podremos volver juntos.
Al día siguiente, cuando quise volver, no pude encontrar las marcas que había hecho, y el río se volvió perdido también para mí.
Entonces me quedó el recuerdo y la sensación de que tenía que buscarlo una vez más.
Dos años después, una tarde de otoño, fuimos a la dirección de guardaparques del condado porque mi papá necesitaba trabajo.
Bajamos a un sótano, y mientras papá esperaba en una fila para ser entrevistado, vi que en una pared había un mapa enorme que reproducía cada lugar del condado: cada montaña, cada río, cada accidente geográfico estaba ahí. Así que me acerqué con mis hermanos, que eran menores, para tratar de encontrar el Río Perdido y mostrárselo a ellos. Buscamos y buscamos pero sin éxito.
Entonces se acercó un guardaparque grandote, con bigotes, que me dijo:
- ¿Qué estas buscando hijo?
- Buscamos el Río Perdido -dije yo, esperando su ayuda.
Pero el hombre respondió:
- No existe ese lugar.
- ¿Cómo que no existe? Yo nadé ahí.
Entonces él me dijo:
- Nadaste en el Río Rojo.
Y yo le dije:
- Nadé en los dos, y sé la diferencia.
Pero él insistió:
- Ese lugar no existe.
En eso regresó mi papá, le tiré del pantalón y le dije:
- Dile, papá, dile que existe el Río Perdido.
Y entonces el señor de uniforme dijo:
- Mira niño, este país depende de que los mapas sean fieles a la realidad. Cualquier cosa que existiera y no estuviera aquí en el mapa del servicio oficial de guardaparques de los Estados Unidos sería una amenaza contra la seguridad del país. Así que si en este mapa dice que el Río Perdido no existe, el Río Perdido no existe.
Yo seguí tirando de la manga de mi papá y le dije:
- Papá, dile…
Mi papá necesitaba el trabajo, así que bajó la cabeza y dijo:
- No hijo, él es el experto, si él dice que no existe…
Y ese día aprendí algo:

Cuidado con los expertos. Si nadaste en un lugar, si mojaste tu cuerpo en un río, si te bañaste de sol en una orilla, no dejes que los expertos te convenzan de que no existe. Confía más en tus sensaciones que en los expertos, porque los expertos son gente que pocas veces se mojan.

Jorge Bucay

viernes, 1 de junio de 2012

NOBLE AMIGO


Sembraste las semillas recogidas,
de una infancia tatuada con verdad,
nacieron al calor de tu bondad, 

cual rosas, sin espinas florecidas.


Fuiste luz transparente en nuestras vidas,
como estrella en inmensa oscuridad,
que brilló dando luz a la amistad,
anidada en las almas aún dormidas.
Noble amigo, que corta fue tu estancia; 
una tarde los pardos nubarrones, 
arrastrados por aire polvoriento,
arrancan a la tierra su fragancia, 
y se extingue tu vida entre terrones,
 
la tierra se llevó, tu último aliento.



 Tú, querido amigo
  te fuiste a otro lugar
  buscando en el mismo cielo
  sitio para descansar.
  Y cuando al cielo llegaste
  te recibió el mismo Dios
  para ponerte dos alas
  y su Arcángel te nombró.


  Más, te fuiste tan deprisa...
  que el tiempo no permitió
  darte cuenta que dejabas
  a tu esposa sin tu amor.
  Yo sé que tú descansas en paz
  pero en la tierra tu esposa
  no sabe mas que llorar.
  Pide a tu Dios que la guíe
  y le dé conformidad
  para pasar este cáliz
  de dolor y soledad.
  Y tú, noble amigo
  desde el lucero que estás
 cúbrenos con esas alas,
  ábrelas de par en par.
  Arropa a los que quedaron
  en este sitio tan vacío
  que dejaste tu al marchar
  buscando tu nuevo hogar.

Descansa en paz.