sábado, 10 de diciembre de 2016

Roma



Recuerdo cuando dijiste que por lo menos una vez en la vida hay que cambiarle la vida a alguien. Como Albert Einstein que decía que si pasas el resto de la vida de un pez enseñándole a trepar a un árbol, se pasaría el resto de su vida pensando que es un inútil. 


A eso me refiero, a que todos tenemos un lugar donde ser brillantes. Pero el día que la Humanidad entienda que el físico es secundario, se dará cuenta de por qué de un regalo se tira siempre el envoltorio. Por eso, no es la mirada, es quién te mira. Como cuando sientes algo que nunca has sentido y lo mejor es averiguar qué es. 


Y es que muchas de las mejores cosas en la vida son aquellas que nadie ha descubierto antes. Como aquel desierto que ahora todo el mundo llama Las Vegas, o como conectar a todo el planeta a través de un hilo y llamarlo Internet. Y tranquilo, que no son las veces que te caes, sino cómo te levantas, que merece la pena luchar por aquello que te haga sentir vivo. 


Porque no hay nada que merezca tu alegría que se consiga sin esfuerzo. Prométeme que correrás bajo la lluvia y demostrarás a todo el mundo de lo que eres capaz. Que yo ya sé que la gente entra y sale de nuestras vidas casi tantas veces como aire respiramos. Pero te tienes que quedar con quién te baje las estrellas y no con quién te haga soñar con ellas. 


¿Sabes como reconocer a alguien especial? Por los abrazos. Porque cuando te dan uno de esos abrazos que hacen que se detenga el tiempo y que suspires profundo deseando que ese instante sea eterno. Cuando eso sucede, me doy cuenta de que todo es posible, y ahí es cuando me acuerdo de ti. 


Que tendemos a cometer ese grave error de esperar a que ocurra algo tan caótico que le de la vuelta a la vida para dar el paso, para arriesgarse, para probar cosas nuevas, decir te quiero, sentir, enamorarse, vivir... 

¿Qué tal un así porque sí? Porque me apetece, aquí, ahora y contigo. Que el miedo hay que mirarle de frente y a los ojos. y así puedes dejarte llevar por ese puto motor que te late en el pecho. 


Toda pesadilla tiene su despertar. Porque el valor es el resultado de un gran miedo, y tú has llegado a mi vida como los superhéroes, dispuesto a quitármelo. 


No me rindo porque sé que te prometí que nunca lo haría. Solo quería decirte que tampoco sé como se sale de Roma, pero si lo supiera, pasearía todos sus caminos contigo."